domingo, 14 de septiembre de 2008

Aquí no se sale de tiendas: se sale de templos

Estoy muerto. Llevo despierto desde las 6 de la mañana, y he estado pateándome Kamakura durante ocho horas. Eso sí, ha merecido la pena: el sitio es precioso. Es un pueblecito pequeño, al suroeste de Tokyo, que lo único que tiene son templos budistas. Debe tener unos 20, más o menos. Bueno, como sólo teníamos un día para verlo, el plan ha sido éste: primero nos hemos pillado un abono de tren que, por unos 12 euros, nos daba una ida y vuelta a Kamakura más todo el transporte interno que quisiéramos, una vez allí. Hemos cogido un mapa cuando hemos llegado, y nos hemos trazado una ruta que parecía adecuada: desde la estación central nos hemos ido andando hacia el oeste, viendo 3 templos por el camino, y acabando en una estación de tranvía, desde la que lo íbamos a coger para irnos al otro lado del pueblo, lo que nos dejaba cerca de otro templo y de un Buda gigante. Un buen plan.

Los templos, preciosos. Lo único fastidioso es que casi todos te exigen pagar para visitarlos, pero merecen la pena: las entradas cuestan entre 200 y 300Y, y los sitios son realmente preciosos. Tejados de cerámica y de paja, suelos de madera, estatuas de divinidades budistas... y jardines. Para mi gusto, lo mejor del viaje: los jardines. Qué queréis, el verde me priva. Y aquí había verde para aburrir: árboles de bambú, plantas florecidas, pequeños lagos llenos a rebosar de nenúfares... Y acompañando a todo esto, gente tocando el tambor, puestos de comida... Ah, y nuevos amigos. Resulta que, a la salida de Tokyo, nos hemos encontrado con un par de españoles, Marta y Luis, que llegaron aquí hace unos pocos días para hacer sus proyectos de fin de carrera en Tokyo. La beca les da para año y medio, prorrogable a 3 y 5 años, así que van a acabar sabiendo más japonés que nosotros.

En fin, que el pateo de Kamakura lo hemos hecho todos juntos. Nos hemos dividido en dos grupos para ir menos “a mogollón”, y nos hemos encontrado de nuevo cuando estábamos viendo el Buda gigante. Creedme, lo de “gigante” no es un adorno: es realmente enorme. Mide más de 10 metros de alto y está hueco, así que se podía entrar para verlo por dentro. Después de eso nos hemos ido a otro templo que teníamos cerca, y nos hemos quedado descansando allí hasta que han cerrado. Vuelta a casa, cenita y a descansar, que buena falta me hace. Ya os contaré más otro día que esté menos rendido. Buenas noches ;)

Buda por fuera...

...y Buda por dentro

PS: La fiesta de mirar la Luna (Tsukimi, como bien ha apuntado DrJones), va a tener sabor agrio este año, porque el cielo lleva encapotado todo el día, así que poca Luna se va a poder ver. Qué le vamos a hacer.

PPS: Si nada lo impide, mañana iré a comprarme lo que necesito para tener internet, así que esperad fotos prontamente. Un abrazo.

Humor: Meditativo. Una frase: “No creo en Buda, pero mola visitarle”.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Joooooooooooooo, llevame alli :_(
buaaah!!

Groo dijo...

Los budas siempre están bien.... a no ser que sean como los de Gantz xDDD

Duluth dijo...

Ains....no sabes la envidia que me das!!!!
A ver si le como la cabeza a Broli para que ahorre y nos vamos a verte xDDDD (Mis ganas locas)

Maestro Vecino dijo...

Pronto esos budas serán sustituidos por figuras nuestras de oro.Esos asiaticos aprenderan prestos a adorar a sus nuevos dioses. MUAHAHAHAHAHA....

Hail Sssbbusbia

Patri dijo...

que guuay las footos :)
te has dejado barbaa¿?¿?
que raro estass jajajaja