miércoles, 24 de septiembre de 2008

Sumou wa sugoi, ne? Hai, hai...

Voy a saltarme las dos horas de clase que hemos tenido esta mañana y voy a ir directamente a lo interesante: el sumo. Venga, haced el chiste: “¿De naranja o de piña?” ¿Contentos? Bien. Ahora, pasemos al tema. Resulta que hoy, en plan cultural, íbamos a ver un torneo de sumo. Para ambientarnos bien en el tema, lo primero era, evidentemente, experimentar la comida de los luchadores de sumo. Para eso nos fuimos a un restaurante cercano al lugar del torneo, y nos pusieron delante esto:


¿Cómo se os queda el cuerpo? Bueno, os explico lo que había, que tiene miga. Primero, unos trozos de cerdo y patatas asadas. Mientras nos comíamos eso, se calentaba lo que había en la cazuela, que en este caso eran unas verduras, gelatina animal y trozos de carne de pollo con piel. Sí, comen eso. Luego, para terminar, se coge el caldo donde estaban los trozos de pollo y se echan dentro unos fideos gordísimos, se deja que se calienten y se comen también. Salimos a reventar, listos para la segunda parte de la experiencia.


El torneo. Antes de que os lo explique, imaginadlo. A ver si lo adivino: varios luchadores, peleando uno contra uno al mejor de tres o de cinco, y el que gana en cada ronda lucha en la siguiente. ¿Os habéis imaginado algo así? Pues no. Os cuento: los sumos van viajando de ciudad en ciudad, y en cada sitio se enfrentan uno contra uno según un listado, pero ninguno pelea dos veces. Simplemente, si ganan suben de categoría para el siguiente combate. Eso quiere decir que cuando uno va a ver un torneo de estos, no va a ver si gana uno en concreto, sino que vas a verlos a todos. Y luego está el tema del tiempo, claro.


Estuvimos allí desde las 3 hasta las 6 de la tarde. Se libraron 32 combates. Si quitamos un cuarto de hora en plan preliminares y presentaciones, tenemos unos buenos 5 minutos por combate. Ahora viene lo bueno: el combate más largo que vimos no llegaba al minuto y medio, y la mayoría (y con esto me refiero a cerca del 90%) se resolvían en menos de ¡10 segundos! El combate final, supuestamente entre los dos mejores luchadores del grupo, se decidió en 3 segundos. ¿Que en qué se va el resto del tiempo? En rituales. Cada vez que dos luchadores van a pelear, primero suben al ring, luego se saludan desde extremos opuestos del círculo, luego echan sal al suelo, se agachan uno frente a otro, vuelven a echar sal, vuelven a enfrentarse, se secan el sudor con una toalla y LUEGO se agachan para, por fin, luchar entre ellos. ¿Suena desesperante? Lo es. Mucho. Primero lucharon los malos, y era tremendamente aburrido. Luego empezaron a luchar los buenos, y la cosa se animó un poco, pero cuando has visto los saludos y la sal 30 veces, estás hasta las narices. Pero bueno, la verdad es que ha merecido la pena: es algo que hay que ver, y me ha gustado. Se ha hecho largo, pero me ha gustado. Eso sí, no esperéis volver a leer nada sobre el sumo en este blog, porque el que suscribe no piensa volver a ir a algo así.


Humor: empujador. Una frase: “Es casi tan divertido como ver el canal de 'Ver secarse la pintura'”.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

SUPER SUMOS! SUPER SUPER SUMOS!

Anónimo dijo...

Por cierto a ver si me dices como pillar el canal de como se seca la pintura porque tiene pinta de tener una programación inetresante. xDDD

Antonio dijo...

Juananfriki, ardo en desdeos de ir a ese gran país... Pero un consejo, se más breve en tus post, que eres más cansino que Flora en Lucerna...

Un abrazo man.

Groo dijo...

El sumo es que los japos dirán lo que quieran, pero es un rato aburrido.