domingo, 19 de octubre de 2008

Ooru naitaa (2ª parte)

Bueno, sigamos con lo de ayer. Como ya os conté, me pasé la noche en un hotel cápsula. La verdad, no es como parece visto en la tele: la "cápsula" es más grande que algunas camas en las que he dormido. Para que os hagáis una idea, puede tener un metro de alto, metro y medio de ancho, y alrededor de 2 metros de largo. Yo mido 1.80, así que no pude estirarme tanto como en una cama normal, pero no estuve apretado para nada. Desde luego, para una persona más baja que yo, incluso para algunas tan altas como yo, es un sitio estupendo en el que dormir: limpio, silencioso... lo único que le faltaba era aire acondicionado, pero los que me conocéis sabéis que yo no gasto de eso, así que dormí muy bien... durante las 2 horas y media que dormí, claro.


Cuando salímos de allí nos compramos algo de desayunar en el combini de al lado y nos fuimos a la lonja de Tokyo. Si tuviera que definirla en una palabra, sería "grande". Sólo conozco la lonja de Cartagena, pero uno de mis compañeros ha visitado las lonjas de Galicia, y según él no hay comparación. Es grande. Muy, muy grande. De hecho, puede que nos pasáramos una hora pateándola, y no creo que viésemos todo lo que había.



Estaba todo muy apretado: entre los puestos había el espacio justo para que pasara una persona, y cada 100m o así había caminos más anchos, para que pasaran los cochecitos que usan para llevar las cajas de un lado a otro.




Después de eso nos fuimos a tomar el típico desayuno de cuando vas a la lonja: arroz con pescado crudo. Os aseguro que iba con toda la intención de hacerlo, en serio. Pero no pude. Cuando me senté delante del menú, se me apretujó el estómago, como diciendo "atrévete a tragarte eso y te acordarás de mí". ¿Qué iba a hacer? Le hice caso. De hecho, al cabo de un rato Blanka me preguntó si quería un poco de su plato, porque ella también estaba en serias dificultades para comérselo, así que cogí un pedacito con los dedos, y antes incluso de que pudiera llevármelo a la boca me dieron arcadas, en plan "te lo advertí".


¿Os acordáis que esa mañana íbamos a ver un parque? Bueno, pues aunque faltaban horas para que llegase la gente, nos fuimos para allá, más que nada porque no había nada más que hacer. En el camino se descolgaron Hector y Blanka, porque esa noche querían ir a un concierto, y les hacían falta horas de sueño. El parque en cuestión se llama Koishikawa, que significa algo así como "río de pequeñas piedras". Hacía falta pagar para entrar, porque en realidad más que un parque es algo así como un enorme jardín botánico, así que nos fuimos a tomar algo mientras esperábamos a los demás, que resultaron ser Anna, Lucia y Elena. Ya todos juntos, nos dirigimos al parque.

Si alguno de vosotros recuerda mis pensamientos allá por los albores del viaje, cuando me fui al parque Ueno, se imaginará lo que voy a decir de éste, pero por si acaso, me repito: los parques, y en general todo lo verde, ejerce un efecto balsámico sobre mí, y ésta no fue una excepción. Nada de sueño, nada de preocupaciones, nada de nada. Sólo vida, aire fresco y sonidos relajantes a mi alrededor. En serio, es imposible de explicar con palabras.





Tras la visita, cerca de la 1 de la tarde, la idea era irse al parque Ueno a visitar museos. Me apetecía, mucho, pero ya no podía más. Alejandro y Rocío también estaban necesitados de una visita a la almohada, así que nos despedimos del resto y nos fuimos cada uno por nuestro lado. El resto del día lo pasé en casa, estudiando... sí, anda, como que iba a estar para estudiar esa tarde. Bastante tuve con mantener los ojos abiertos hasta que fue una hora razonable para llamar a mi casa. Y hoy sigo igual de baldado, pese a que me he quedado el día en casa descansando (y estudiando un poco, esta vez sí), así que me voy a la camita temprano. Un abrazo, y hasta mañana.

Humor: El lógico, después del día que llevo. Una comida: Galletas con chocolate.

3 comentarios:

DrJones dijo...

Mira por dónde, pienso hacerte caso en ese consejo de no comer pescado crudo con arroz.

Arreis O'Neil dijo...

Oye, que sólo soy yo, ¿eh? Los otros (salvo Blanka) bien que se zamparon sus cuencos de salmón y atún con arroz.

Groo dijo...

La próxima semana haré yo lo propio en los restaurantes japos de Barcelona ;)