sábado, 25 de octubre de 2008

Osaka, patria querida...

¡Bienvenido de vuelta! me digo a mí mismo. Vaya viaje, en serio. He acabado muerto, pero la mar de contento. Pero bueno, empiezo por el principio.

El jueves me lo pasé en clase de forma normal, siempre y cuando se considere normal llevar un traje en una bolsa a todas partes. La cuestión es que, como la clase acababa a las 7 y el bus salía a las 9, no me daba tiempo a volver a casa y llegar a la salida de autobuses tras las clases, así que me fui con el equipaje encima. Tras las clases me fui con unos amigos a Shibuya: ellos tenían que ir allí a sacarse los billetes de un viaje que estaban planeando, y yo porque el autobús salía de allí. No me importa confesarlo, estaba bastante nervioso. Escoged una razón: voy por mi cuenta y riesgo a otra ciudad, yo sólo, a ver a un puñado de gente que igual ni hablan inglés y que encima igual me odian nada más verme por ser extranjero, y que igual son un puñado de viejos que jamás han hablado con un europeo... En fin, prefiero no pensar en nada de eso, así que me meto en el bus (después de otra sesión de nervios, porque en la parada me dijeron "no, aquí no es, la parada que buscas está allí" señalando a un edificio a lo lejos), me siento, me pongo música, y a esperar.

La verdad es que no tuve ningún problema con el autobús: era cómodo, medianamente espacioso, silencioso... Todo muy bien... hasta que aparece el que nunca falta en estos viajes: el viajero gilipollas. ¿Sabéis cuando vais a un cine y siempre hay alguien haciendo el ganso justo detrás tuyo? Bueno, pues lo mismo, pero en versión viaje. Nada más llegar se sienta detrás mía, hace ruidos raros con la garganta, se sorbe los mocos cada dos por tres, se traga en dos segundos una lata de cocacola entera haciendo un ruido atroz, y se tira un peo. Buen comienzo. "Bueno, ya se dormirá", pienso. Craso error. No sólo no se duerme, sino que encima el muy (censurado) se pone a fumar. En medio de un autobús cerrado donde está prohibido. Lo que yo digo, que los japoneses de puertas para fuera maravillosos, pero para adentro... En cuanto lo miro lo apaga, pero más adelante en la noche vuelve a encender otro. Un poco harto, y aprovechando que hay sitio, me cambio de asiento, al mismo tiempo que vuelve a apagarlo pidiendo disculpas. Y luego, OTRA VEZ. Ya me levanto y le digo, muy educadamente, que se meta la cabeza bajo el sobaco y se asfixie, y ya no tuve más problemas con él. Eso sí, le cogí un asco tremendo.

Bueno, ya estamos en Osaka. Primera impresión: suciedad. Un compañero me dijo el otro día que Tokyo es una ciudad limpísima, pero que da impresión de sucia porque está vieja. Bueno, sobre Tokyo no voy a opinar, pero Osaka está sucia. Y vieja. Pero, a pesar de eso (o quizás gracias a eso) me gusta más que Tokyo. Es... cómo decirlo... más auténtica. Da la impresión de que lo que vive allí son personas de verdad, y no borregos, como en Tokyo. Vamos, que son gente que conoce las normas pero se las salta cuando les conviene. Sólo por eso, ya me caen mejor. Y aunque las asiáticas siguen sin ser lo mío, reconozco que las chicas de Osaka son mucho más guapas que las de Tokyo. Filippo ya me estuvo comentando ésto (él vino a Osaka el mes pasado), pero no esperaba que hubiera tanta diferencia. Me explico: metéos en una estación de metro cualquiera en Tokyo, y ponéos a ver pasar gente. Contad cuántos tienen algún defecto físico gordo a simple vista, en plan verruga enorme, lunar gigante, dermatitis galopante, cojera... os quedaréis sin dedos en 30 segundos. En Osaka también pasa, pero puedes tardar cerca de una hora en quedarte sin dedos, y no sólo porque las estaciones estén menos llenas de gente que en Tokyo (lo que también se agradece).

En fin, eran las 6:30 de la mañana cuando bajé del bus, y la reunión era a las 2 de la tarde. Tengo algo de tiempo para hacer turismo, pero como no quiero más sorpresas, mi prioridad es localizar el sitio del que sale el bus de vuelta. Una vez cumplida la misión, toca encontrar algo que desayunar, y ya con viandas en el estómago, ponerme a explorar la ciudad en la que pasaré 8 meses a partir de enero.

Las fotos de Osaka, en el siguiente capítulo.

Humor del momento: Sorprendentemente bueno. Una serie: Azumanga Daioh.

1 comentario:

Maestro Vecino dijo...

¿Y no hubiera sido mucho más facil, agarrar gentilmente al caballero del cigarro, y con suma delicadeza apagarle con la diestra el cigarro en un ojo, y mientras con la siniestra proceder a aplastar educadamente su cabeza (repetidas veces) contra la ventanilla más proxima?

No estas dando ningun tipo de demostración de las normas de educación que con tanto esmero procuramos implantar aquí en Sssbbusbia.

Pd: Caballaso - Pegasobaya te manda saludos.

Hail Sssbbusbia!!