martes, 27 de enero de 2009

Tengo el honor de recibir de usted un plátano

>> Hace cuatro meses, cuando vine a Japón, estaba muerto de miedo. Un país nuevo, una lengua que no entendía... muchos problemas. Debido a eso, me esforcé cada día en aprender japonés. Imposible: era demasiado difícil.

>> Ahora, para entender lo que dice la gente, por supuesto, tengo que aprender el dialecto de Osaka. Ozú, no hay manera, ziquiyo.

>> Sin embargo, ahora trabajo en Sanyo, una empresa grande e importante, y cada día mucha gente me habla, lo que me alegra. A menudo no los entiendo, pero me hacen entender. Por haberme aceptado entre ellos, les estoy agradecido.

>> No sé bastante japonés para expresar lo que siento, pero lo diré en inglés: "Os agradezco, de todo corazón, que me hayáis aceptado entre vosotros, y haré lo posible por no defraudaros".

>> Por supuesto, también quiero decir algo en mi propia lengua: "Creo que sois todos muy buena gente, y me alegro de estar con vosotros".

>> Eso es todo. Mushah graziah.

Esto es, mas o menos, el discurso que les solté el otro día a los de mi empresa, en la fiesta de bienvenida que me hicieron. Las partes que dije en dialecto de Osaka las he puesto en andaluz, que es lo más parecido que tenemos en España. Muchas risas, mucha conversación, mucha bebida... y un sorprendente buen rollo. Lo típico que se dice de los japoneses, que en una fiesta no tienen nada que ver con cómo son en el trabajo, es totalmente cierto. En el trabajo, nadie habla con nadie, nadie gasta bromas (casi nunca), todos muy serios y concentrados. Delante de la mesa, todo son risas, chistes... pero así y todo nadie sabe nada sobre los demás, salvo casos especiales, y las distancias entre jefe y subalternos sigue ahí. Es curioso... y triste, a la vez. Ah, y lo de los "all nighter" japoneses, también. No hace falta ocasión especial: después de la primera fiesta, algunos se fueron a una segunda fiesta, que básicamente consistía en beber más, y alguno siguió después a una tercera fiesta en la que casi alcanza el coma etílico. El día a día de los japoneses.

Otro tema: cuando me "reclutaron" para el programa, lo hicieron porque una empresa (Sanyo) me había seleccionado para un proyecto en particular (ampliar los usos de un programa de ordenador, por no dar más detalles). En principio, me iba a pasar cerca de un mes estudiando libros, otro mes estudiando el programa, luego un tiempo implementando lo que tenía que hacer, y luego otro tiempo arreglando fallos y cosas así.

Ya he terminado.

Bueno, a lo mejor es decir mucho, pero ya he leído lo que tenía que leer, programa incluido, he metido al programa las cosas que tenía que meterle, y me falta dejarlo todo cuco y pulido, cosa que hago porque soy un puñetero perfeccionista. Así que, a partir de la semana que viene, a más tardar, no tendré nada que hacer. Literalmente. Y lo sé porque son palabras de mi supervisor: "¿Y qué te damos para hacer cuando acabes con esto?", me ha dicho esta tarde. Voy a intentar convencerles de que no hay ninguna prisa, a ver si me dan via libre para estudiar en el trabajo. Además, pienso decirles que, mientras no tengan nada más para mí, quiero dedicarme a buscarle las cosquillas al programa ése, a ver qué más cosas se pueden hacer con él. La verdad es que es interesante, y puede dar mucho de sí, pero volviendo al tema, ¿realmente pensaban que iba a tardar ocho meses en hacer esto?

La respuesta, seguramente, es "no". Y creo que es así porque, dentro de lo que cabe, he tenido suerte de tener trabajo asegurado por un mes. Tengo compañeros, todos ellos ingenieros en distintas especialidades, que están traduciendo, copiando líneas de Excel, o simple y llanamente rascándose el ombligo desde el mismo día que llegaron a la empresa. En serio, tenéis a un tío trabajando gratis para vosotros durante tres cuartos de año, ¿y no le dais nada para hacer? Desde luego, qué poco seso. Menos mal que yo me entretengo con un boli, que si no, vaya añito me esperaba...

Humor: expectante e imaginante. Un juego: Alter Ego, o en su defecto, el remake.

4 comentarios:

Miriam dijo...

Si te cansas del boli puedes utilizar una chincheta...

Diles que te dejen programar algun robotejo que tengan por allí!!

Felicidades por hacer bien y rápido tu trabajo :P

Esteban dijo...

No esperaba menos de ti. Deja el pabellón bien alto (si te lo permiten). Ah, y remárcales que eres de la escuela de la UPCT ;)

Anónimo dijo...

Juan, hontou ni omoshiroi ne....

Arreis O'Neil dijo...

Shinigami: ¿Quién necesita chinchetas cuando esta gente tiene su oficina repleta de imanes?

Esteban: Si les digo eso, me van a preguntar cinco cosas: qué es la U, qué es la P, qué es la C, qué es la T, y por qué la C y la T significan lo mismo. No hay ganas de explicarlo...

Giuseppe: ¡Peppe-chan! ¡Hisashiburi! ¿Ma que caccio fatte qui? (just ignore my spelling, you know what I mean) ;)