jueves, 26 de marzo de 2009

Tengoku no hashi

Bueno, este fin de semana han pasado muchas cosas. Vale, exagero, solo ha pasado una: me he ido de viaje con unos amigos por esos pagos de Japón. El plan era que unos compañeros y yo íbamos a aprovechar unos billetes especiales que tienen aquí en Japón, que sólo salen a la venta tres veces al año, para pagarnos unos viajes en plan turista a un pueblecito llamado Amanohashidate, que tiene unas vistas preciosas. ¿El resultado? En relación a Amanohashidate, un éxito total, pero luego la idea era que les iba a enseñar cosas de Osaka a esos compañeros, y como no podía ser de otra forma, se puso a llover. De todas formas ya estábamos todos para los leones, así que tampoco es que hubiéramos podido hacer muchas cosas aún con buen tiempo. Bueno, vamos al meollo.

El viernes (que fue fiesta aquí) nos reunimos en Kobe, vimos algunas cosas (yo ya estuve, ya pondré las fotos algún día) y después de comer nos fuimos a Himeji. Es un trayecto cortito, y en Himeji nos pasamos un par de horas viendo el castillo. Es chulo, parecido al que vimos en Shimane.






Por la tarde nos juntamos con Rocío, la última del grupo (que ya ha visto medio Japón, la muy), nos metimos en el tren, y nos pasamos las horas de viaje hasta Amanohashidate partiéndonos de risa. El tema principal de la conversación es que estábamos, literalmente, en medio de ninguna parte, como podeis ver.


Llegamos ya de noche, nos metimos en un taxi que nos llevó al hostal donde pasaríamos la noche, ducha, planificación del día siguiente, y a la cama. Pensamos en ver amanecer, pero desechamos el plan casi al momento. A la mañana siguiente nos alegramos, porque pese a levantarnos temprano el sol ya hacía horas que estaba rondando. Nos echamos a andar buscando algún sitio donde desayunar, y cuando descubrimos que en todo el pueblo sólo había un supermercado y que abría al cabo de más de media hora, pasamos de desayuno y nos fuimos al objetivo principal: un telesilla que nos llevaría a lo alto de una montaña.





Y esto es lo que nos encontramos en lo alto de la montaña.


A ver, os explico: la idea es que, si miras al istmo boca abajo, parece un puente que cruza el cielo. Hay que echarle imaginación, ir sin desayunar y pasarse varios minutos con la cabeza entre las piernas, pero funciona. Que sí, en serio.




La vuelta al tren la hicimos pasando por encima del istmo en sí, en bicis alquiladas, haciendo muchas paradas para disfrutar de la playa más curiosa que he visto nunca. En serio: ¿cuántas veces habéis estado en una playa en la que, si empezais a andar dejando el mar a vuestra espalda, lleguéis a otra playa?




Y ya está. Eso es Amanohashidate. Cogimos el tren de vuelta a Osaka, vimos el Sky Building, cenamos okonomiyaki, y me fui a casa en el último metro de la noche. Ellos se quedaron de fiesta un par de horas más y se echaron a dormir en un manga café. Me hubiera ido con ellos, pero es que aquí tengo casa, y eso llama mucho.

Del día siguiente, domingo, poco hay que contar. Por la mañana nos fuimos a ver el castillo de Osaka (ya llevo 3) y luego a un spa. Sí, lo sé, no es muy turístico, pero después de la marcha que llevábamos se agradeció mucho. Cuando salimos del spa estaba lloviendo, y no amainó en toda la tarde, así que nos la pasamos por distritos comerciales cubiertos. Acompañé al grupo a la estación de autobús, me fui a casa, y me pasé el día siguiente como un zombi, de cansado que estaba. Pero ha merecido la pena.

Humor: como si estuviera en el cielo, pero boca abajo. Una canción: “Villain”, de LittleKuriboh.

2 comentarios:

Maestro Vecino dijo...

"¿cuántas veces habéis estado en una playa en la que, si empezais a andar dejando el mar a vuestra espalda, lleguéis a otra playa?"

¿De veras llevas viviendo en Murcia 27 años y nunka se te ha ocurrido ir a la Manga?

Azotate, yo te lo ordeno

Arreis O'Neil dijo...

(plas, plas, plas)
Vale, ya me he azotado. Y ya sabes dónde veraneo.

Y no estoy hablando de andar durante 15 o 30 minutos: en dos minutos, puedes pasar de tener los pies en el agua de una playa darte un chapuzon en la de enfrente. Créeme, es impactante.